viernes, 10 de agosto de 2007

Colección Atrévete

Libertinaje para principiantes

Como habrá notado el que haya prendido la tele, o la radio, o se haya parado frente a un kiosco de diarios en la última década y monedas, el sexo está en todas partes. Semejante omnipresencia de incitaciones, al igual que las vidrieras repletas de productos, produce un alza en el deseo difícil de satisfacer. El imperativo de novedad llegó con sus exigencias hasta nuestra vida sexual. Y justo cuando parecía que el pornosoft cholulo de sala de espera y el baile del caño iban a hacer de nosotros infatigables voyeuristas frustrados, la editorial Robinbook comenzó a distribuir en Buenos Aires los prácticos manuales de su sello Rouge. Menos mal. “Atrévete con los juegos eróticos” y “Atrévete a hacer el amor en cualquier lugar” son la punta de lanza de una colección que muy pronto proveerá sencillos consejos para armar orgías, filmar películas porno caseras o iniciarse en las delicias del sadomasoquismo. Pero contentémonos por ahora con lo mucho que ya hay para aprender. El primero, dedicado “las alegrías de los preliminares”, nos sugiere una variedad de juegos más o menos conocidos —cartas, dados, dominó— que pueden convertirse en los prolegómenos del sexo por el simple expediente de agregar aquí y allá algunas prendas en ropa. Su autor no descarta que puedan amenizar un encuentro entre amigos: “Caricias, ternura, gentileza… —filosofa Dominique Saint-Lambert—, conceptos que son un verdadero bálsamo en este mundo dominado por la brutalidad y el egoísmo”. El segundo se abre con una estadística desconsoladora: “Más de nueve de cada diez relaciones tienen lugar en una cama”. Semejante hegemonía de la rutina pide a gritos la batería de propuestas que Marc Dannam despliega a lo largo de cien páginas: “Aprovechemos las múltiples posibilidades que nos brindan los lugares públicos, los medios de transporte, nuestro propio edificio… atrevámonos a salir al aire libre, hagamos el amor en el mar, en el río, en la playa, en las dunas, en el bosque, en el heno, en la montaña y, ¿por qué no?, en la nieve”. Es que así como el hábito hace al monje, volverse un hábil e intrépido libertino requiere entrenamiento, dedicación y estudio.

Inrockuptibles | Agosto 2007