lunes, 10 de septiembre de 2007

Erdmut Wizisla

Benjamin y Brecht. Historia de una amistad

(Paidós)

Walter Benjamin fue heterodoxo también para elegir a sus amigos, un rasgo que debería interesarnos (como al investigador alemán Erdmut Wizisla) por varios motivos. En principio porque la rigurosidad académica se nutre a menudo del cholulaje de gorda barrial. Pero además porque la primera recepción importante de su obra, algo opaca o incluso inédita durante su vida corta y trágica, se la debemos a ellos: el teólogo judío Gershom Scholem y el filósofo materialista Theodor W. Adorno compilaron textos suyos, publicaron la gruesa correspondencia que mantuvieron con él, escribieron fragmentos biográficos y dieron conferencias promoviendo y orientando la lectura de una obra fascinante e inasible, que se mueve entre la filosofía y la crítica de arte, la mística judía y el marxismo.

Esta generosidad admirable tuvo sus bemoles. Por razones varias que no excluyen los celos, y de las que Wizisla se ocupa hasta el detalle escabroso, los amigos de Benjamin censuraron su cercanía con Bertolt Brecht, tanto en cartas al interesado como después de su muerte en 1940. Y aunque la relación y su influencia estuvieron lejos de ser secretas, Wizisla se propone darle la centralidad que, según él, tuvieron para el propio Benjamin.

Benjamin y Brecht se frecuentaron al final de los años ’20 en la Berlín del dadaísmo, el cine expresionista, la crisis económica y el ascenso de Hitler. En la década siguiente mantuvieron correspondencia y volvieron a encontrarse en el exilio, en París o en la casa de Brecht en Dinamarca. Se leían, consultaban, discutían, colaboraban y jugaban al ajedrez: fragmentos de sus temas o tonos pueden reconstruirse a partir de cartas y papeles. La amistad en la que “el mayor poeta alemán vivo se encontró con el crítico más importante de la época” —según la expresión de Hannah Arendt— fue más que una afinidad intelectual, y por eso Erdmut Wizisla no desdeña la crónica ni se coarta alguna incursión sentimental.

379 páginas. Traducción de Griselda Mársico.

Inrockuptibles | Septiembre 2007